viernes, 14 de agosto de 2009

CRISTOBAL



En nuestro desempeño laboral, nos encontramos y trabajamos con muchos niños, niñas y adolescentes en alto riesgo social, casos que potencialmente podrían llegar a situaciones similares a las de Cristóbal y otros niños, a quien la prensa identifica por sus apodos.

Hay un aspecto que en virtud de nuestra experiencia, ha sido muy poco tratado y es el tipo de cobertura que hacen los medios de comunicación de estos casos y de eventos de naturaleza policial en general. Parecen no darse cuenta, que la saturación de estas noticias tiene el efecto de erigir modelos de admiración entre muchos niños, niñas y adolescentes que se encuentran en situación de vulnerabilidad. Menos parecieran percatarse de la expansión de una cultura “de choro” en el mundo popular, y la estructuración de éstos como modelo de éxito. El extremo de esta situación lo vimos hace dos días atrás cuando un diario tituló en su portada “Cisarro cae como chorizo: fumando, tomando chela y con 4 minas”. La irresponsabilidad de los medios ante los efectos de la sobre exposición y el tipo de cobertura que se hace de las noticias, es un ingrediente más del grave problema que tiene el país en relación con los niños y adolescentes, especialmente del mundo popular. Creemos no exagerar al plantear que, como país, estamos sentados sobre un barril de pólvora, cuyas consecuencias estamos viendo ahora, pero que se verán agudizadas en unos años más.

Por último, luego de las múltiples explicaciones que distintos actores tratan de dar al problema, ayer escuchamos la de la perspectiva médica: los niños que delinquen lo hacen porque están enfermos. Creemos que este tipo de respuestas son un claro retroceso en función de estructurar una respuesta integral que se aleje de clasificar como patologías, los problemas sociales que tienen directa relación con las contradicciones de nuestra sociedad. Una de estas dimensiones más evidentes y curiosamente de las menos abordadas, es la extraordinaria desigualdad en la distribución de la riqueza, convirtiendo a Chile en uno de los países más inequitativos del mundo. Los niños, niñas y adolescentes de sectores pobres no saben que desde la institucionalidad se los cataloga como enfermos, ellos sólo responden al medio extraordinariamente difícil que les tocó vivir y nos refriegan en la cara día a día las cuentas pendientes del modelo de sociedad en que vivimos.

Atentamente
Equipo Previene Conace Lo Espejo

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